La nueva normativa europea establece que los terminales a tierra, o los terminales rectos tradicionales son un grave peligro para el tráfico en carretera, y por tanto recomienda su eliminación paulatina de las carreteras existentes y la instalación de terminales con capacidad de absorción de energía en las nuevas obras. Estos terminales, evitan la intrusión de cualquier elemento externo en el habitáculo del conductor e imposibilitan el vuelco del vehículo, al tiempo que consiguen una deceleración controlada para los ocupantes del automóvil, eliminando el riesgo de que sufran heridas de consideración.